miércoles, 2 de diciembre de 2015

12 consejos para que tu gato utilice el rascador


¿Cómo enseño a mi gato a que use su rascador? ¿Cómo evito que arañe los muebles? Descubre estos trucos para lograrlo.
En su hábitat natural, los gatos necesitan un espacio duro, alto y en vertical en el que estirar sus músculos, rascar sus uñas y dejar señales visuales y olfativas con las que marcar territorio.
Un gato que tiene acceso a la naturaleza suele encontrar este lugar en los árboles, pero en casa lo más parecido que podemos ofrecerle es un rascador.
Si no tiene alternativas, el gato posiblemente opte por rascar cosas como las sillas o el sofá, por lo que te convieneescoger un buen rascador para tu gato.
Muchos gatos usan el rascador de manera natural sin necesidad de ningún estímulo por nuestra parte, pero otros no.
Por ello, te damos 12 trucos:
  1. Empieza lo antes posible. Cuanto más pequeño sea el gato, mejor. Por lo que sería una de las cosas a tener en cuenta a la hora de traer un gato a casa. Es mucho más sencillo que un gatito pequeño se acostumbre al rascador que un gato adulto, aunque es cierto que no podemos usar una máquina del tiempo para solucionarlo.
  2. Utiliza un rascador alto, colocado en vertical. El rascador debe ser al menos tan alto como el gato, para que se pueda estirar completamente a lo largo, y tonificar así los músculos de piernas, hombros y espalda.
  3. Asegúrate de que el rascador es estable. No se debe mover mucho, el gato se debe sentir seguro cuando va a jugar con él. La mayoría de los rascadores ya vienen con bases sólidas y pesadas que permiten que no se tambaleen demasiado.
  4. Ponlo en un lugar tranquilo. El rascador suele formar parte de la rutina del gato: come y se estira, rasca y se relaja… Lo ideal es colocarlo en sitios agradables para él, por ejemplo cerca de dónde duerme y lejos del arenero o de su comida.
  5. Prueba diferentes texturas. Así verás cuál le gusta más a tu gato, a veces prefieren una zona más suave con la que frotarse y otras una de sisal que rasguñar con ganas.
  6. Prueba diferentes posturas y ángulos. Mientras tenga un lugar vertical en el que estirarse, el resto ya es cosa de nuestra imaginación. También hay gatos que prefieren que el rascador no esté totalmente en vertical, sino que sea una especie de rampa. Muchos rascadores ofrecen diferentes formas y posiciones, para que el gato experimente.
  7. Imita lo que ya ha rascado anteriormente. Si has llegado tarde a la hora de ponerle un rascador, trata de utilizar un material similar al del sofá o la silla que ha rascado, ponlo cerca para que empiece a sustituir su antiguo “árbol imaginario” por este nuevo.
  8. Ten un rascador por gato, como mínimo. Los mininos marcan su territorio arañando el rascador y dejando señales olfativas, por lo que lo ideal es que cada gato tenga un rascador. Aunque realmente es casi imposible hacer que el rascador sea únicamente de un gato, sí les ayuda a tener más espacios que marcar y no invadir el marcaje del otro.
  9. Motiva al gato con el juego. Una de las formas que pueden ayudar a que el gato empiece a usar el rascador es el juego. Nosotros cambiamos hace poco nuestro rascador y Conxa, que es más tímida y precavida, empezó a utilizarlo gracias a perseguir un palo con plumas que le encanta. Poco a poco fue subiendo hasta que ya se quedó. Los rascadores que incorporan una estación de juego son ideales para este tipo de situaciones.
  10. Rasca tu primero. De hecho este suele ser el primer truco que siempre probamos, y no por ello deja de funcionar. Podemos incentivar al gato poco a poco, rascando nosotros. Él oirá el ruido que hace al rascar, podrá ver que el rascador es inofensivo, y tal vez empezará a imitarnos. La idea es ir haciéndolo poco a poco cuando nos ve, e incluso podemos acercar sus patitas en algún momento para que toque el rascador y lo sienta. Con paciencia puede ser una buena técnica.
  11. Estimula al gato con catnip. Ya os hablamos de la nepeta cataria o catnip y de los efectos que puede provocar en los gatos. Para ayudar a que el gato se acerque al rascador, podemos rociarlo con algún producto de catnip o con hojas de nepeta.
  12. Conviértelo en una experiencia positiva. Los últimos trucos van enfocados a que el uso del rascador sea interpretado por el gato como algo bueno, y también por ti. Puedes contribuir a ello premiando al minino con alguna golosina cuando está utilizando el rascador o justo cuando termina.
Prueba y prueba. Lo más importante es la paciencia y el amor, nunca lo grites ni lo trates mal, ni le fuerces a que utilice el rascador.

lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Por qué mi gato me muerde?

El gato puede morder por distintas situaciones: por agresión, jugando, cuando no quiere más caricias… e incluso puede dar mordisquitos de amor. Conoce el motivo por el que tu gato muerde y sigue estos consejos.
Algunos gatos muerden: a veces muerden objetos, como los que padecen el trastorno pica, otras veces se muerden entre gatos y algunas otras nos muerden a nosotros.
A menudo, los que convivimos con gatos nos hacemos la pregunta de: “¿por qué mi gato me muerde de repente?” Y lo curioso de esa pregunta es que para nosotros sea “de repente”, cuando muchas de las veces el gato ha dado señales suficientes, pero en su lenguaje gatuno.
Hay muchos tipos de mordiscos y de situaciones, a continuación analizamos las más comunes para que encuentres cuál corresponde a tu gato.

Cuando morder es un juego para el gato

Los gatos son animales cazadores, y muchos conservan ese instinto de forma permanente. Entre sus juegos, el acecho y la caza son sus preferidos.
Los gatos que muerden nuestras manos al jugar suelen hacerlo porque nosotros les hemos acostumbrado a ello. Especialmente si se lo hacemos desde que son pequeños.
Cuando son cachorros nos parece gracioso que nos claven sus dientitos, pero cuando crecen ellos siguen pensando que eso es un juego, y no entienden que de repente no nos guste o, a veces, no distinguen que en ese momento estemos usando las manos para otra cosa.
El consejo es evitar las manos para los juegos, desde pequeños. Es preferibleutilizar otros juguetes adecuados como plumas, cañas, etc. Estos juguetes estimulan a la caza y al juego, y evitan mordiscos no deseados.
Otros gatos también tienen la costumbre de cazarnos las piernas, los bajos de los pantalones, etc. El consejo sería parecido, utilizar otros juguetes para llamar su atención. Si lo que le gusta al gato es el movimiento, y cuando tú te mueves salta a morderte las piernas, utiliza pelotas, ratoncitos, plumeros, etc. para que el gato desvíe su juego a eso.
escoger un buen rascador también te ayudará a evitar accidentes no deseados.

Cuando no quieren más caricias o mimos

Como en todo, cada gato acepta nuestras atenciones de manera distinta. Hay gatos a los que les encanta que les acaricien y les carguen en brazos, y otros que no. Del mismo modo que algunos se hacen amigos de cualquiera que venga, y otros huyen de los desconocidos.
Si convives con un gato es importante que observes qué tipo de caricias le gustan, cuándo y cuántas.
Una situación muy común es que acariciemos a un gato y, de repente, nos clave las uñas o nos muerda. Normalmente estas situaciones no se dan de repente, ya que el gato ha emitido señales previas en su lenguaje corporal.
Algunas de estas señales del gato que dicen “deja de tocarme” suelen ser que pare de ronronear, que se gire boca arriba y/o que mueva la cola de un lado para otro.
Este rechazo a mimos se puede dar porque ya tiene suficiente por ahora, o porque tal vez estás tocándole en una parte que no le gusta. La barriga suele ser un punto delicado para todos los gatos, y la parte trasera del cuerpo. A Kato le encanta que le acaricies por la espalda y el culete, pero Conxa odia que toques esa parte.
La clave para evitar estas situaciones es observar al gato y a las señales que nos emite. Y en el momento en que empiece a mostrarse inquieto, parar de acariciarlo.
En caso de que sea demasiado tarde, si el gato nos está clavando los dientes o la pata, lo mejor es no moverse hasta que pare. Si apartamos la mano puede empezar una agresión de verdad. Otro truco es lanzar un objeto o juguete con la otra mano, para desviar su atención.